En esta época en las que una gran parte de la población pasa parte de sus vidas en las redes sociales, comunicándose de forma visual y –resumiendo– en el universo online, es normal empezar a cuestionarse el lugar que ocupa el yoga en medio de tanta fotografía postural. Vemos tantas fotos de posturas hermosas y complicadas que, o nos inspiras o sentimos que nunca seremos lo suficientemente buenos como practicantes. Sea cual sea nuestra reacción, este fenómeno proviene de nuestra experiencia en el mundo moderno donde somos constantemente estimulados y alimentados por imágenes. Y el yoga no ha sido excluido de ello.
Tradicionalmente, los yoguis nunca quisieron ninguna popularidad, ¡y mucho menos una cuenta de Instagram o seguidores! Pero los tiempos han cambiado y ahora incluso podemos encontrar al Dalai Lama en las redes. Por supuesto, esta situación global tiene sus desventajas. Muchos yoguis modernos se están obsesionando cada vez más con el cuerpo y sus logros y el yoga parece que se está convirtiendo en algo más parecido a la ciencia del fitness, donde analizamos en exceso la alineación y las activaciones musculares.
He leído sobre maestros que miden su valor basándose en sus capacidades físicas y este es un camino muy peligroso a seguir. Por otra parte, también he escuchado palabras de muchos practicantes que se lesionaron tratando desesperadamente de hacer esa flexión profunda o parada de manos para poder llegar a ciertas posturas.
Vivimos tiempos difíciles, donde estamos expuestos a hermosos flows de yoga que nos emocionan, pero al mismo tiempo debemos recordar que, en última instancia, el yoga no está aquí para enseñarnos cómo doblar nuestros cuerpos.
Entonces, ¿deberíamos dejar de hacer asanas avanzadas y tomar fotografías de ellas? Creo que sería una pena denunciar y negar el aspecto representativos de las asanas de yoga. A mí misma me encanta tomar fotografías artísticas y practicar posturas “avanzadas”.
Cuando practico una secuencia, a veces estoy en una especie de estado de danza mágica, como si estuviera ejecutando algún tipo de coreografía. También me preocupo por honrar las raíces del Yoga y conozco toda la filosofía que lleva detrás, lo que me hace sentir que tengo una perspectiva sobre el vasto paraguas de las prácticas yóguicas.
Por supuesto, no es necesario que esté haciendo posturas o flows avanzados para llamarte practicante de yoga. El yoga no es una práctica hecha para personas hiper móviles, gimnastas o personas competitivas. De hecho, puedes aprender más sobre el yoga al hacer posturas muy simples y accesibles. ¡Puedes experimentar esta sensación de presencia y conexión en los movimientos más simples y sentir que estás haciendo algún tipo de ritual o coreografía mágica! De eso se trata el yoga.
El viaje, la experiencia y la presencia a medida que te mueves es lo que más enseña y enriquece. Así que no olvidemos la belleza de la creatividad, la libertad de movimiento y la expresión artística.
Hay un gran potencial expresivo en el yoga y probablemente estemos ahora en su mayor florecimiento, con tantas polinizaciones cruzadas de diferentes disciplinas y artistas de alto nivel mostrando sus habilidades.
Para confundirnos aún más con todo esto, descubrí recientemente que el ministro de Deportes de la India, Kiren Rijiju, y el Ministerio de AYUSH han declarado oficialmente el yoga como un deporte competitivo y que podríamos llegar a verlo en los Juegos Olímpicos. Lee el artículo si te interesa (está en inglés). ¿Significa esto que la parte espiritual y filosófica del yoga morirá? ¿Se está volviendo todo en una disciplina corporal y de posturas? En mi opinión, siempre ha existido algún tipo de competencia o al menos comparaciones entre practicantes, así que está sucediendo de todos modos. Para aquellos que desean competir y escalar en el plano físico, parece haber un futuro con una posible medalla de oro.
Pero, de nuevo, no significa que todo el mundo lo verá como un deporte o una competición. El camino, la experiencia y la presencia del Yoga en tu vida es lo que más enseña y enriquece. Así que dejemos de juzgar a quién practica con una práctica física intensa, quién quiere competir o quién prefiere aprender filosofía y meditar. Honra las raíces del yoga y mantente abierta a sus aspectos y potenciales ilimitados.